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No es un cuento

Juro por Dios que el maldito despertador no sonó. Odio levantarme así, empezar el día atropellada. ¿Me baño o no me baño? Ya son las 6:50 de la mañana, ¡Auxilio! Me figuró no bañarme, lavadita de cara, desodorante, loción y harto café a ver si se me quita esta cara de odio por la vida. ¿Dónde están las llaves del carro?, ¿Yo por qué seré así Señor? ¡Aquí están! Necesito uno de esos ganchitos para colgar cosas varias. Me fui. Adiós mi amorcito ¿Quién es un perrito dañino, ah?, ¿Quién? Lucía cerró la puerta de la casa. Llaves del carro entre los labios, bolso colgado en una mano, termo con café en la otra, moña en el pelo con la que había dormido y en secreto, una media diferente en cada pie. Siempre decía que se las tragaba la lavadora. Cuando se dio vuelta, vio una caja envuelta en papel amarillo en su entrada; tenía su nombre. Como la curiosidad era mucha y el afán también, se trepó con caja y todo al carro. Miró el reloj en el tablero: 7:15 de la mañana, tenía 15 minutos para

Con mis sentidos


Hay muchas maneras de sentirte. Miro a mi alrededor y el cielo azul parece posarse en el paisaje, como aquel protagonista que destaca en una obra teatral. El hondo verde me señala la silenciosa vida de lo que permanece por aquí. Una selva que respira.

Hay muchas maneras de sentirte, cierro mis ojos y escucho un barullo. Risas de niños me alejan de la realidad y me adentran en la plenitud del instante de juego.

Si me concentro, puedo escuchar un canto, lo más seguro es que una tangara me haya leído el pensamiento.

Hay muchas maneras de sentirte. El calor húmedo me obliga a desabrochar mi blusa y permitirle a la leve brisa tocar mi piel. Las gotas de agua del río rebotan en mis brazos mientras la champa avanza.

Hay muchas maneras de sentirte, mañana seré consciente de otras y pasado mañana de otras.

Cada día descubriré una nueva manera de sentirte.

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